20 de abril.

icono moderno de san Esteban.

icono moderno de san Esteban.

LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-15):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Indujeron a unos que asegurasen: «Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.»
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, agarraron a Esteban por sorpresa y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían: «Este individuo no para de hablar contra el templo y la Ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés.»
Todos los miembros del Sanedrín miraron a Esteban, y su rostro les pareció el de un ángel.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,23-24.26-27.29-30

R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R/.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas. R/.

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29):

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberiades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta, que creáis en el que él ha enviado.»

Palabra del Señor

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1. a) No sólo los apóstoles fueron protagonistas en la primera comunidad: hoy aparece uno de los diáconos recién ordenados, Esteban, dando testimonio de Cristo ante el pueblo y las autoridades, con la misma valentía y lucidez que Pedro y los demás apóstoles. El libro de los Hechos da a este diácono mucha importancia: le dedica los capítulos 6 y 7. Esteban fue el primer mártir cristiano, y su fiesta la celebramos el 26 de diciembre, en el ambiente navideño.

Su manera de pensar y de hablar excitaba los ánimos incluso de los judíos «libertos», que se llamaban así porque, después de haber sido llevados como esclavos fuera de Palestina, habían sido liberados y devueltos, y que en principio se suponía que eran de un talante más abierto que los judíos de Jerusalén. Por eso tenían sinagoga propia. Pero aún a ellos les resulta inadmisible que Esteban, lleno del Espíritu, les muestre con su elocuencia cómo Jesús, el Resucitado, ha superado la ley y el Templo, y que sólo en él está la salvación. Por eso le acusan: «éste habla contra el Templo y contra las tradiciones que hemos recibido de Moisés». Se cumple una vez más el anuncio que hizo Jesús a sus discípulos: cuando fueran llevados ante los tribunales, el Espíritu les sugeriría qué tenían que decir.

b) Sin necesidad de que seamos apóstoles o diáconos en la comunidad cristiana, todos somos invitados a dar testimonio de Cristo.

También a nosotros, a veces, nos pasará, como a Esteban, que nos encontramos en medio de un mundo hostil al mensaje cristiano. Y no es extraño que nos asalte la tentación de ocultar nuestro testimonio, para no tener dificultades. Haremos bien en rezar con convicción el salmo de hoy: «dichoso el que camina con vida intachable». El cristiano tiene que seguir los caminos del evangelio, y no los de este mundo, que muchas veces son opuestos: «aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes… apártame del camino falso y dame la gracia de tu voluntad». Es lo que decía ayer en la Homilía una vida mentirosa es la vida del que no cumple los mandamientos, el que no tiene principios religiosos y/o morales, el que no honra a su padre a su madre, el que vive egoistamente haciendo solo lo que le gusta, o lo que necesita, etc. Reconocer al Resucitado, o saber que la vida tiene un sentido moral es no vivir en el egoísmo y cumplir los mandamientos. Debemos seguir el camino del Evangelio y ser testigos de la fe.

Probablemente no tendremos ocasión de pronunciar discursos elocuentes ante las autoridades o las multitudes, para dar testimonio de la fe. Nuestra vida es el mejor testimonio y el más elocuente discurso, si se conforma a Cristo Jesús, si de veras «rechazamos lo que es indigno del nombre cristiano y cumplimos lo que en él se significa» (oración del día).

2. a) En el evangelio hemos visto cómo la gente busca a Jesús, al día siguiente de la multiplicación de los panes.

Pero Jesús les tiene que echar en cara que la motivación de esta búsqueda es superficial: «me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros». Se quedan en el hecho, pero no llegan al mensaje. Como la samaritana que apetecía el agua del pozo, cuando Jesús le hablaba de otra agua. Qué pena que cuando nos podemos quedar con lo espiritual, sigamos apuntando a lo material, que siempre lleva al hombre para abajo y que acaba con la muerte.

Con sus milagros, Jesús quiere que las personas capten su persona, su misterio, su misión. «Que crean en el que Dios ha enviado».

Es admirable, a lo largo del evangelio, ver cómo Jesús, a pesar de la cortedad de sus oyentes, les va conduciendo con paciencia hacia la verdadera fe: «yo soy la luz», «yo soy la vida», «yo soy el Pastor». Aquí, a partir del pan que han comido con gusto, les ayudará a creer en su afirmación: «yo soy el pan que da la vida eterna».

b) Como Jesús, con pedagogía y paciencia, fue conduciendo a la gente a la fe en él, a partir de las apetencias meramente humanas -el pan para saciar el hambre, el mesianismo humano y político que buscaba Pedro-, también nosotros deberíamos ayudar a nuestros hermanos, jóvenes y mayores, a llegar a captar cómo Jesús es la respuesta de Dios a todos nuestros deseos y valores.

Buscar a Jesús porque multiplica el pan humano es flojo, pero es un punto de partida. El hombre de hoy, aunque tal vez no conscientemente, busca felicidad, seguridad, vida y verdad. Como la gente de Cafarnaúm, anda bastante desconcertado, buscando y no encontrando respuesta al sentido de su vida.

Hay buena voluntad en mucha gente. Lo que necesitan es que alguien les ayude. A veces tienen una concepción pobre de la fe cristiana, por temor o por un sentido meramente de precepto, o por interés: algunos buscan a Dios por los favores que de él esperan, sin buscarle a él mismo. Si nosotros los cristianos, con nuestra palabra y nuestras obras, les ayudamos y les evangelizamos, pueden llegar a entender que la respuesta se llama Jesús, y del pan humano y caduco podrán pasar a apreciar el Pan que es Cristo y el Pan que nos da Cristo.

Nosotros, los que celebramos con frecuencia la Eucaristía, ya sabemos distinguir bien entre el pan humano y el Pan eucarístico que es la Carne salvadora de Cristo. Esta conciencia nos debe llevar a una jornada vivida mucho más decididamente en el seguimiento de ese Cristo Jesús que es a la vez nuestro alimento y nuestro Maestro de vida.

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Una respuesta a 20 de abril.

  1. Gladys N. Salerno dijo:

    Hola Padre Alejandro

    Gracias por sus palabras de aliento. A veces nos desesperamos por no encontrar respuesta cuando evangelizamos y nos volvemos ansiosos , olvidando que los tiempos y el espacio de Dios no son los nuestros. Buena semana.

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