29 de abril. Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena

Joven, sin preparación académica y mujer: poco significaba alguien con estas características en la Europa del siglo XIV. Pero, Dios, que tiene una especial preferencia por lo pequeño y vulnerable, hizo de Catalina de Siena una ejemplar predicadora del Evangelio.
Nació en marzo de 1347. Desde los 6 años quiso consagrarse totalmente al Señor. Tras la muerte de su hermana en 1362, decidió no contraer matrimonio y ser laica dominica, que en la época eran conocidas como «Hermanas de la Penitencia de santo Domingo». En 1370 vivió la «muerte mística»: pidió a Cristo que le cambiara el corazón. Desde entonces, su intensa vida de oración se juntó con la atención a los pobres y enfermos. Le tocó también servir a sus hermanos de Siena en la peste negra, por eso también la invocamos en estos tiempos de pandemia.
Reconocida como maestra espiritual, se formó un grupo de discípulos en torno a Catalina. A partir de 1372 fue mediadora en los conflictos civiles y eclesiales en la península italiana. Empezó una amplia producción epistolar. En 1374 fue convocada al Capítulo General de la Orden de Predicadores y se le asignó a fray Raimundo de Capua como acompañante espiritual.
Ante el creciente conflicto entre el Papa y las ciudades italianas, Catalina se sumergió en la política. En junio de 1376 Catalina fue enviada a Aviñón como embajadora de la República de Florencia, con el fin de lograr la paz de dicha república con los Estados Pontificios y el papa Gregorio XI mismo. La impresión que causó Catalina en el papa significó el retorno de éste a Roma el 17 de enero de 1377.
Más feliz en otras ciudades de Italia, afirmó en ellas su fidelidad a la Santa Sede. Respondió a las cuestiones capciosas de algunos sabios y de varios obispos, de un modo que los confundió. Tras grandes trabajos e inmensas dificultades, reconcilió a los florentinos con el papa Urbano VI, sucesor de Gregorio XI, colgando el 18 de julio de 1378 una rama de olivo en el Palacio en señal de paz.
Se retiró luego a la más profunda soledad; pero de allí hubo de sacarla el Cisma de Occidente. Apoyó al papa romano Urbano VI, quien la convocó a Roma, donde vivió hasta su muerte el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años. Fue sepultada en la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma; que junto con Santa Sabina son Iglesias dominicas, su cráneo fue llevado a la iglesia de Santo Domingo de Siena en 1384 y un pie se encuentra en Venecia.
Entre los principales seguidores de Catalina, se encontraban su confesor y biógrafo, posteriormente general de los dominicos, fray Raimundo de las Viñas, de Capua (fallecido en 1399) y Estefano de Corrado Maconi (fallecido en 1424), quien fue uno de sus secretarios, y se convirtió luego en Prior General de los Cartujos. El libro de Raimundo sobre la vida de Catalina, la «Leyenda», fue terminado en 1395. Una segunda versión de la vida de Catalina, el «Suplemento», fue escrito unos años después por otro de sus seguidores, fray Tomás Caffarini (muerto en 1434), quien posteriormente escribió también la «Leyenda Menor», libro que fue traducido al italiano por Estefano Maconi.
Pío II la declaró santa en 1461. Inicialmente, se la conmemoraba el mismo día de su muerte, el 29 de abril. En 1628 Urbano VIII la movió al día siguiente, para no superponer la fiesta con la de san Pedro de Verona, hasta que en 1969 volvió a su fecha primitiva. En 1939 Pío XII la declaró patrona principal de Italia, junto a San Francisco de Asís.
El 3 de octubre de 1970 san Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia, siendo la segunda mujer en obtener tal distinción (después de santa Teresa de Jesús (27 de septiembre de 1970 y antes de Santa Teresita del Niño Jesús). En 1999, bajo el pontificado de Juan Pablo II, se convirtió en una de las Santas Patronas de Europa.
¿Qué nos puede decir hoy?
Catalina nos recuerda que la vida política no debe estar divorciada de la fe. Respetando la justa separación de lo civil y religioso, los laicos cristianos están llamados a participar en el desarrollo histórica de la sociedad sin renunciar a su condición de creyentes y seguidores de Jesús.

Fotos de Roma, Iglesia Santa María sopra Minerva, campo de Marte:

En la base del monumento (elefante que sostiene un obelisco, uno de los trece obeliscos de Roma y este, junto a otros tres, fueron traídos a Roma en tiempos de Domiciano desde Heliópolis, fue encontrado en el jardín del convento dominico que está al costado de la Iglesia). En 1667 el papa Alejandro VII encarga el monumento y pone una inscripción en latín que reza:
Sapientis Aegypti/ insculptas obelisco figuras/ ab elephanto/ belluarum fortissima/ gestari quisquis hic vides/ documentum intellige/ robustae mentis esse/ solidam sapientiam sustinere.
(Traducido: Estos símbolos de la sabiduría de Egipto que ves grabados en el obelisco que sostiene un elefante, el más poderoso de todos los animales, son la prueba de que es necesaria una mente fuerte para sostener una sólida sabiduría.) Atrás del monumento se ve un hotel donde se hospedó el Gral. San Martín.

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